martes, 14 de noviembre de 2017 0 comentarios

El problema de la "Agenda Única" del fundamentalismo religioso

Uno de los datos a tomar en cuenta de la reciente publicación de Jose L. Pérez Guadalupe, "Entre Dios y el César" (2017), es la llamada "agenda única" como estilo y estrategia de los grupos fundamentalistas en su modo de hacer política. Al respecto valdría la pena plantear algunas pistas sobre tal percepción y participación de estos sectores religiosos en el escenario público.

Sin duda lo que prevalece es su naturaleza político/confesional, y ésta comprendida como una obligación que debe expresarse a través de la práctica proselitista permanente. Entendiendo que lo religioso y lo político se interrelacionan, en el caso del fundamentalismo lo que ocurre es que de manera indistinta, lo uno y lo otro se confunden entre sí, al punto de no distinguir lo uno de lo otro. Una comprensión de la política bajo esta mirada resulta peligrosa por muchas razones. Mencionaré sólo tres.

Es fragmentaria

Resulta incierta y equivocada aquella mirada que pierde de vista la totalidad de la realidad, -que implica una variedad de situaciones y necesidades que requieren ser atendidas-, y los reduce a un único elemento que además está desconectado del resto. Hay una estrecha relación entre este enfoque y el modo de interpretar los textos. En el caso de este último, no sólo interpreta una frase desconectándola de todo el pasaje en el que se halla escrita, sino de todo el libro y la historia de éste, su propósito y las razones que motivaron expresar tales palabras y el modo en que los personajes son representados. Tal despropósito se evidencia en el modo en que se aplican las "verdades" que resultan de tal interpretación, totalmente alejadas de la intención del escritor o la escritora, prevaleciendo la propia iniciativa del lector sin que medie un diálogo con el escrito y el contexto sociocultural en que se encuentran.

Mucho tendría que explicarnos seguramente la psicología sobre esta fragmentación de la realidad convertida en un arma política para validar precisamente tal forma de entender la realidad. 

Es viciosa

Al ser fragmentaria, se convierte en una suerte de producto en el "mercado político" que negocia su apoyo y alianza aun con actores políticos de dudoso compromiso con la democracia sólo por el hecho de encontrar coincidencias programáticas en un aspecto. En el caso de Chile en la era pinochetista, los sectores evangélicos conservadores hicieron alianza con el dictador, lo mismo o ocurrió con Fujimori en las década de los 90´s en el Perú, y viene ocurriendo algo similar con Donald Trump en los Estado Unidos de Norteamérica. Tal es el problema que arrastra consigo el fundamentalísimo religioso en el escenario político, es acrítico, y cuyo comportamiento se asemeja al de un adicto que en su desesperación por encontrar la droga que le satisfaga, pierde el sentido de ubicuidad y de la realidad, llegando a extremos insospechados en su conducta en los que prevalece la saciedad de su adicción.

Carece de habilidades contextualizadoras

Precisamente una de sus virtudes de acto de la contextualización es la comprensión de lo humano y éste en una variedad de situaciones que requieren ser interpretadas a la luz de un diálogo entre el texto, el contexto, la historia, y otros factores esenciales que responden al significado de aquella expresión, "y la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros".  Aunque hoy es posible echar mano de una variedad de herramientas de contextualización, si se pierde de vista el cuadro completo de un hecho, sus nexos e interrelaciones sociales,  políticas, económicas y culturales, en diálogo con el pasado y con mejor perspectiva del futuro inmediato, no se logra contextualizar el evangelio en aquella nueva situación social e histórica, se pierde la eficacia de éste sino su naturaleza misma y propósito.

Conclusiones

Valdría la penada modo de conclusión, plantear la siguiente pregunta: ¿Hasta qué punto la presencia del fundamentalismo en el escenario público está configurando un nuevo modo de comprender y hacer política desde las confesiones religiosas? 
lunes, 26 de enero de 2015 0 comentarios

La desinformación y la manipulación de la fe

La iglesia evangélica enfrenta una variedad de problemas éticos al interior de ella misma del que lamentablemente no observamos alguna iniciativa para poder superarlos: la celebración de la cena del Señor como una forma de exclusión social e ideologización exclusivista de la santidad, el trato pastoral caracterizado por la inseguridad de sus líderes eclesiásticos que optan por la manipulación y la amenaza, el silencio sobre los casos de abuso sexual al interior de la comunidad y muchas veces cometida por los líderes eclesiásticos, un deficiente uso del texto bíblico y la posterior verbalización que surge de él; entre otros. En este artículo me referiré a éste último.

En su afán de conservar el buen trato y las relaciones saludables (al menos es lo que se dice), el liderazgo eclesiástico ha negado la crítica y la reflexión al punto de acusar que ella es una suerte de “carnalidad” (debilidad e inmadurez espiritual que tiende a dañar o crear malestar en la comunidad cristiana, especialmente a los nuevos miembros o aquellos carentes de carácter) o, en el peor de los casos, bajo esa tendencia equivocada de espiritualizar las situaciones de la vida, señalarlo como “obra del demonio”, insinuando con ello que la persona está bajo cierta inducción demoníaca que debe ser rechazada por toda la comunidad. Ser espiritual, en este contexto, es guardar silencio y obedecer.

Las preguntas válidas sobre un hecho, una actitud o una predicación dudosa, son vistos con sospecha, pues lo que se espera de los miembros o los asistentes a un servicio litúrgico, es que exclamen ¡Amén! en respuesta a lo que se dice en la predicación como una señal de asentimiento a la “Palabra de Dios”, aunque en realidad se trata más bien de la opinión o interpretación personal de el(la) predicador(a).

Así, pasamos por alto un serio problema ético al utilizar las escrituras con el propósito de justificar nuestra opinión sobre un tema. No dudo de las buenas intenciones con las que muchos predicadores se acercan al púlpito cada semana, pero es cuestionable la forma en que estos errores se subestiman, sin que haya alguna muestra correctiva por medio de una mejor preparación bíblico-teológica de las personas dedicadas a este oficio, entendiendo de antemano, que la predicación es uno de los medios más usados (erróneamente) para enseñar y difundir la fe.

Hoy me tocó escuchar un sermón intitulado “Cómo Limpiar El Corazón”, que de acuerdo a las propias expresiones de la expositora, tenía como propósito invitar a un cambio de actitud de sus oyentes sobre el “enojo”. Para ello, se sirvió del uso de algunas falacias que comúnmente cometen y repiten muchos predicadores cada semana en los diferentes servicios dominicales.

FALACIA Nº 1:
Recurrir a las generalizaciones en el uso de las palabras sin que haya una explicación previa del contexto en que éstas son usadas, el significado y el alcance de las mismas, sobre todo en el caso de aquellas que son polisémicas.

La predicadora cometió un error tras otro:

a)   Relacionó la palabra “enojo” con “rencor”, dando a entender que ambos casos poseen una carga negativa al punto de ubicarlas dentro de la categoría de “pecado”.
b)    Si éste fuera el caso, ¿cómo explica el hecho que aun el propio Jesucristo expresa su enojo en el templo con los mercaderes y cambistas? ¿Cómo pastorear hoy a la iglesia y a la comunidad en general en situaciones de injusticia y abuso? ¿No sirve enojarse?

Esta forma de acercamiento no sólo crea confusión, sino que paraliza e inmoviliza a la iglesia, distanciándola de la realidad misma e invitándola a vivir algo irreal, alejada de los acontecimientos de la vida diaria en la que muchas personas están enojadas por una serie de abusos, ya sea del gobierno, o de las instituciones privadas, o aun de la misma iglesia. No en vano la prédica fue acompañada de cánticos que llevan a la iglesia, no hacia una misión en su propio contexto, sino un escape fuera de la realidad, deformándola y distorsionando la manera de responder al mismo.

FALACIA Nº 2:
Usar erróneamente un texto bíblico para fundamentar su tesis, el mismo que ha sido escogido arbitrariamente sin tomar en cuenta (conocer) el significado de las palabras y el trasfondo en el cual es usado originalmente.

6 Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios.
7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.
Fil. 4:6, 7, LBLA

Es muy evidente que la intención paulina en este texto no guarda relación alguna con el enojo, sino con la ansiedad por nuestras necesidades, y que al contrario de insinuar alguna forma de bronca, ésta oración va dirigida a buscar la paz interior en los pensamientos por causa de nuestras preocupaciones.

Por lo general, cuando se hace uso de esta falacia, se escoge un pasaje de la biblia (generalmente con el mal uso de una concordancia bíblica) para sustentar una idea de antemano; se apela a ello por un supuesto en el significado de alguna(s) palabra(s) que guarde(n) relación con el tema. Así, lo que se hace es acomodar el texto a una idea preconcebida. En este caso, se pensó que la palabra “afanarse” puede servir para explicar el enojo y cómo solucionar este caso.
   
Veamos otros textos usados durante la exposición.

El odio suscita rencillas, pero el amor cubre todas las transgresiones.
Proverbios 10:12, LBLA

Hasta aquí era ya evidente la intención de la expositora de darle a la expresión “enojo” una carga negativa, un pecado que debe ser desterrado de la vida de las personas y de la iglesia; según el cual, no debe quedar vestigio alguno de una reacción de esta naturaleza. Bajo este pensamiento, la iglesia es conminada continuamente a ser una “comunidad apolítica” cuya presencia en la historia debe ser la de traer el reino escatológico e introducirlo mesiánicamente a este mundo, imperfecto, plural, con sus bondades y horrores. Una iglesia así, es dócil, y fácilmente manejada al gusto del predicador.

Un tercer pasaje usado para explicar el pecado del enojo:

31 Por tanto, no os preocupéis, diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?” 32 Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis todas estas cosas. 33 Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. 34 Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas.
Mateo 6:31-34, LBLA

Sin dar explicación alguna, la predicadora añade a la lectura de este texto la frase ¡Que Dios lleve esa carga! ¿Amén? … y las personas responden al unísono…¡Amén!

12 Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias; 13 ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14 Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.
Romanos 6:12-14, LBLA

Nos tomaría mucho espacio explicar al detalle la teología paulina sobre el pecado, la ley y la gracia que aparece en la Carta a los Romanos; pero sirva a nuestro propósito mostrar lo evidente por medio de una lectura cuidadosa del texto: la expositora ha relacionado abiertamente la palabra enojo con el pecado, y al hacerlo, lo ha acercado hacia otra expresión que aparece en esta porción del pasaje usada por ella: “lujuria, el cuerpo como instrumento de iniquidad”. Dice la expositora: “Que el pecado no ingrese a sus vidas, al cuerpo mortal. Ustedes señoritas solteras, que Dios les de un idóneo, no un demonio. Cuídense ustedes mismos” (¡Vaya uno a saber qué tiene que ver el enojo con el deseo de las señoritas -si es que lo tienen- de buscar pareja!).

En este punto, muchas personas están asimilando lo que escuchan, ese enojo que han experimentado es un pecado terrible, ha hecho que su cuerpo se convierta en un instrumento de lujuria, de iniquidad. Sólo la gracia puede librarlas.

La expresión “enojo” según la prédica:
Aparece como sinónimo de afán, odio, preocupación, pecado, lujuria.

FALACIA Nº 3:
El uso de la manipulación emocional por medio de juegos verbales como estrategia del predicador para generar dependencia moral, espiritual y emocional.

La libertad, vista así, queda conminada a los designios del líder eclesiástico, y finalmente a la comunidad de fe que asimiló un ideal de convivencia y dependencia, muy similar al caso de la mujer que defiende a su pareja que la maltrata tanto física como emocionalmente. Sin duda, ello podría ser una de las razones para explicar la respuesta masiva de una iglesia intolerante en el contexto de hoy.

La expositora se sirvió de frases como:
  •  Tu enojo es un fracaso emocional que lastimará a otra persona.
  • Si tu no sanas tu enojo, ¿Como un ciego puede guiar a otro ciego? Dios te va a usar, y los demás querrán ese Dios que tienes e irán a la iglesia.
  • Un hermano está mal y nadie ora porque están inmiscuidos en sus afanes.
  • Dios te dice, "Te voy a proteger de las cosas que te pueden pasar. El te aconseja. Usará al pastor, al hermano, porque él tiene pasión y misericordia."
  • Dios nos quiere librar de toda maldad y quiere que seamos testimonio de bien a los de afuera.
  • Dios quiere restaurar tu corazón. Confiesa tu pecado.
  • Que el pecado no ingrese a sus vidas, al cuerpo mortal. Ustedes señoritas solteras, que Dios les de un idóneo, no un demonio. Cuídense ustedes mismos.
En base a las porciones de las escrituras usadas, y a las expresiones que los acompañaban, la expositora afirmó que “el rencor seca el espíritu y trae muerte espiritual”. Se trata de una forma sutil de manipular las emociones con el propósito de afianzar lo que hasta aquí ya es un hecho visible en el espacio evangélico, la dependencia moral, espiritual y emocional del o la “creyente”.

Para quienes hemos sido formados en el área de la comunicación, la semiología, la lingüística y la teología, no dejamos de sorprendernos de la inmensidad de casos de inmoralidad en los que muchos predicadores evangélicos han caído por medio de sus mensajes. Prevalece la lógica de alcanzar un objetivo establecido por medio de expresiones verbales, de contenido religioso, sí, pero carente de un análisis serio que sólo juega con las emociones de las personas y las hace vulnerables a la manipulación de corte religioso-política.

CONCLUSIÓN

Más allá de las posibles buenas intenciones que pueda haber detrás de un sermón dominical, lo cierto es ante un equivocado sentido de la ética y una pésima tarea exegética, prevalece una ambigua y pobre justificación de lo que sucede cada domingo en los diferentes servicios de adoración. A la pobreza en la formación teológica de los predicadores y las predicadoras, se suma la deficiente currícula de los seminarios e institutos teológicos, que a esta altura, se han convertido en promotores de cierta corriente ideológica y teológica antes que a la libre investigación, el análisis serio y cuidadoso de las diversas teologías que hoy abundan; y la adecuación de los cursos a las necesidades en América Latina.

No hay nobleza ni virtud en un mensaje mal elaborado, amañado y manipulado ideológicamente. El literalismo sólo ha servido como instrumento para justificar los movimientos políticos acríticos y fundamentalistas que, tanto ayer como hoy, avalan los sistemas más inhumanos y corruptos de los que hemos sido testigos en el mundo.

La desinformación y la manipulación de la fe hoy van de la mano. Las personas que asisten a un culto dominical vienen con necesidades reales y sinceras, cuya evidente confianza en el predicador se manipula con facilidad.

(*) LBLA: La Biblia Las Américas


jueves, 17 de julio de 2014 0 comentarios

¿Cuánto gana un Pastor?


Hace un par de días mientras veía y escuchaba atentamente la entrevista a un pastor evangélico en un programa periodístico televisivo en la ciudad de Huancayo (Perú), me llamó la atención esa pobre y equivocada percepción que tiene un amplio sector del propio movimiento evangélico sobre el concepto del trabajo y el derecho a un salario justo, ambos reconocidos por las leyes peruanas y universales sobre el trabajo. Lo interesante es que esta misma idea tan alejada de la realidad y que ubica a las iglesias y a sus trabajadores dentro de un imaginario propio de las fantasías mágico-religiosas, en el que se cree que los pastores y las pastoras catalogados como personas de fe, deben vivir de acuerdo a ella, esto es, por las ofrendas y dádivas de las personas. No es extraño que no sólo los dos periodistas, sino la población en general, crea que los evangélicos y su mundo de religiosidad está enmarcado dentro del espacio de la espiritualidad pensada como "humildad" (concepto según el cual es sinónimo de "pobreza").

La idea del periodista en la entrevista se hizo visible desde el inicio. Su plan era indagar sobre el sueldo de un pastor y relacionar ese concepto con el derecho a opinar sobre la situación de sacerdotes y evangélicos en la política. Si el pastor no recibía un sueldo y vivía por fe y en humildad, eso le daba garantía para cuestionar a algunos funcionarios públicos, evangélicos y católicos, con una mala reputación en el manejo de fondos del Estado. ¿Cuánto gana un pastor evangélico? preguntó el periodista. Mi sorpresa fue aun mayor cuando el entrevistado manifestó haber servido como consejero del gobierno regional, y vivir bien siendo un pastor y predicador itinerante. Según su explicación dogmática, los pastores por una especie de "llamamiento" divino (como si tal aspecto fundamental de la Missio Dei -Misión de Dios- y de la Iglesia estuvieran consignadas a una persona y no a la comunidad de fe) están por encima de la congregación, y en ese nivel de los espacios religiosos, todo predicador o conferencista evangélico recibe una invitación que incluye los gastos pagados y alguna ofrenda adicional.

No habló sobre las relaciones entre la justicia y el trabajo, uno de los principales principios del protestantismo y a partir de los cuales hacemos un seguimiento y una crítica al Estado o a las empresas privadas en torno a la situación de los trabajadores. Mencionar la expresión "el obrero es digno de su salario" se convirtió, en esa conversación, en una justificación de cómo algunos evangélicos han alcanzado cierta riqueza por su trabajo o profesión, pero no logra encarnarse en el contexto sociocultural, político y económico en el que los pastores y la iglesia en general estamos inmersos. Tampoco conversaron sobre la situación de exclusión de muchos pastores dentro del sistema de planillas y trato justo como trabajadores.

Tampoco es extraño que en algunas congregaciones evangélicas el pastor no esté considerado en planilla como un trabajador reconocido por su propia denominación y avalada por el Estado. Esta situación nos inmoviliza, nos desinforma y nos deslegitima sobre nuestra presencia y participación en el principio rector de los Derechos Humanos sobre la situación legal de los trabajadores. En el caso de muchos pastores, su situación sigue siendo lamentable, pues no sólo no tienen acceso a un sueldo mínimo, sino que tampoco cuentan con un seguro de salud y de una jubilación cuando sea necesario. En casos como éste, muchos pastores sobreviven por su trabajo secular o servicios realizados fuera del contexto eclesiástico. También es conocido la situación de pastores con sueldos que están muy por encima de otros que pertenecen a la misma denominación, pues están categorizados de alguna manera por el tiempo de servicio, el tamaño de la congregación, entre otros aspectos. 

Si la iglesia evangélica no logra desarrollar una ética y un pensamiento sobre el trabajo y los salarios, difícilmente lograremos entender y participar con criterio en esos espacios públicos, de los trabajadores, de la inmoralidad de los subcontratos, del abuso de empresarios evangélicos que no pagan a sus trabajadores al menos un sueldo mínimo, de las protestas de los trabajadores, a veces justas y otras no tan correctas, etc. ¿Cuál es la política que se desarrolla al momento de definir el sueldo de un pastor? ¿Cómo es que le planteamos a la sociedad en general desafíos sobre la igualdad y el derecho en un tema tan importante como este? ¿Cómo participamos como evangélicos en la construcción de una sociedad más justa? ¿Cómo trazamos teológicamente el rol de las empresas públicas y privadas en torno al trabajador y las responsabilidades de éste o ésta?

lunes, 22 de octubre de 2012 0 comentarios

Un otoño en nueva york español Latino película completa

lunes, 30 de julio de 2012 0 comentarios

Breve perspectiva de la política, los evangélicos y el Te Deum evangélico.


Después de la lectura de la nota periodística de El Comercio, he querido discurrir algunas ideas desde mi posición como evangélico interesado en la política que se ejerce desde la fe  cristiana en el Perú.

Lo primero que hay que señalar es que el movimiento evangélico es totalmente distinto como organización al catolicismo romano. El Catolicismo, en medio de su diversidad, se rige tanto religiosa como políticamente bajo una única autoridad en la figura del Papa desde el Vaticano. El movimiento evangélico es variado, colorido y distinto tanto en lo doctrinal como en las formas de ser evangélico.  Sus variados rasgos para identificarse como evangélicos van desde sus acercamientos doctrinales como a sus formas de gobierno que en los últimos años se ha caracterizado por el caudillismo al estilo papal en muchas de sus organizaciones eclesiásticas. Su representatividad no es única tampoco, pues precisamente por esas diferencias mencionadas líneas arriba, se han creado otras organizaciones además del primer movimiento que reúne a las diversas instituciones evangélicas en el Perú como el CONEP.  Los evangélicos en el Perú se organizan a través de formas distintas de verse como tales. Pueden ser organizaciones fundamentalistas que promueven la cristianización del país. Otras organizaciones se reúnen alrededor de una o más figuras debido a su carisma o cierta habilidad política de congregar gentes como un reflejo de sus comunidades eclesiásticas. También los hay las organizaciones cuyo interés es una representatividad social y política del pueblo evangélico frente al Estado.

En el Perú de hoy,  no existe una única organización que pueda arrogarse la representatividad de todo el pueblo evangélico.

En segundo lugar, sobre el tema del TeDeum evangélico hay dos posiciones contrarias sobre su realización. Hay un sector evangélico que apoya esta iniciativa que tuvo sus inicios en el segundo gobierno de Alan García Pérez y que de alguna manera abrogan por crear espacios para los evangélicos muy similar a los derechos que tienen los sectores católicos, aunque éstos estén en contradicción a los principios y valores promovidos desde el protestantismo que tuvo sus inicios en Europa del S. XVI. Por otro lado, existe otro importante grupo de personas, que apoyándose fundamentalmente en el principio de laicidad, rechazan esta propuesta por verla precisamente como una manera que contradice el orden de un Estado-Nación laico. ¿Está dividido el pueblo evangélico? La respuesta es no. Se trata de diferentes acercamientos al hecho y al ejercicio político basados en sus distintos pensamientos sobre la fe, el evangelio y la política.

Desde una perspectiva política igualitaria, El TeDeum no representa a la pluralidad de opciones religiosas que existen en el país, sino que distingue a unas y discrimina a otras. Seguir ese pensamiento es contradictorio desde la fe evangélica.

En tercer lugar, es necesario mencionar una forma equivocada de analizar algún fenómeno social, o político y religioso que muchas veces degenera el hecho mismo y su naturaleza, esto es la generalización, que sin duda, es una manera de interpretar los acontecimientos de la vida diaria que caracteriza a muchos. Es tan equivocado decir que todos los pastores abusan de su posición para cometer actos de inmoralidad, como afirmar que la ausencia del Presidente Ollanta Humala es un desaire para el pueblo evangélico. Y en ese mismo contexto, yerra también el diario El Comercio al insinuar de manera indirecta que el reclamo es general. Creo que, sin agredir a nadie por su postura y siendo más honestos, el titular de la nota debió haber mencionado, “algunos evangélicos califican de desaire”. Es necesario precisar asimismo la intencionalidad de la nota, pues es evidente que ella gira alrededor de la opinión de una sola persona.

Finalmente, creo que analizar la ausencia del presidente Humala como un desaire al pueblo evangélico, no sólo es equivocado, sino que invita a una pobre e ilusa lectura de la política desde la fe evangélica en el Perú. La inclusividad, por ejemplo, no está en discusión en la presencia o no del presidente Humala, sino en la capacidad que tiene el pueblo evangélico para dialogar y negociar en términos que exige la política en nuestro país y en América Latina.

Todavía está pendiente una mejor performance de la política ejercida desde los sectores evangélicos en el Perú, por un lado, pero además abre las oportunidades a personas y grupos con mejores argumentos y una formación para este fin.


Enlace de El Comercio:
http://elcomercio.pe/actualidad/1448803/noticia-califican-desaire-ausencia-humala-culto-evangelico-fiestas-patrias

miércoles, 2 de noviembre de 2011 0 comentarios

La Resistencia a la Libertad | El Diario de Mark

La Resistencia a la Libertad | El Diario de Mark
martes, 25 de octubre de 2011 0 comentarios

La Resistencia a la Libertad


El dilema del extremismo ideológico y el des-consenso religioso

INTRODUCCIÓN

Una de las situaciones a las que nos enfrentamos hoy, es el extremismo ideológico que no acepta el diálogo como pauta para encontrar consensos. En otras palabras se hace evidente una oposición a todo aquello que no se sujeta a los requerimientos esenciales tanto sociológicos como antropológicos y político-religiosos dictados desde arriba o por una jerarquía de poder absoluto, sea este organizado en un grupo más amplio o individual. Visto así, la oposición es lo distintivo aunque exista aspectos comunes donde el beneficio mayor puede expresarse en el servicio a los demás. Basta echar una mirada, por ejemplo a los diarios, para examinar esa efervescencia ideológica entre uno y otro partido o grupo. No se habla de la corrupción y la violencia que destruye al ser humano y lo margina, sino de la que ocurre en un partido, sea este del gobierno o de la oposición.

Lo que observamos es una conexión histórica a esas formas de las creencias y las cosmovisiones del pasado cuyo rasgo es el extremismo ideológico y el des-consenso religioso, una manera de ser ciudadano y ciudadano con una identidad evangélica.

¿Sobre qué argumentos se sostiene la actitud evangélica en el contexto de una participación política y que responda a las situaciones propias de América Latina? No es simple responder a esta pregunta, pues si seguimos de cerca la tesis de Míguez Bonino sobre los diferentes rostros del protestantismo latinoamericano, muy bien podemos encontrarnos ante una inmensa variedad de razones y argumentos. Sin el ánimo de evadir tal aventura, permítanme una manera distinta de precisar esta pregunta. ¿Los argumentos evangélicos se basan en las Escrituras o son una interpretación de ella, un eco de otros pero no de la Biblia?

Esta es una segunda parte de una serie de artículos sobre las expresiones en las redes sociales y sus similitudes y relaciones con esas premisas que también se evidencian en las presuposiciones teológicas, especialmente dentro de la política y la reflexión alrededor de ella.

Adivina buen adivinador[1]

Para introducirme al tema, haré uso de un post publicado en el Facebook que expresa la preocupación que hemos considerado en la parte introductoria y que es el tema de este artículo, y además junto a él, unas breves notas de otros usuarios en respuesta a la publicación original.

Adivina buen adivinador: Si los criticás una vez, sos poco espiritual en estado de inmadurez; si los criticás dos veces, sos un carnal irreverente, resentido y al borde de la disciplina; si tenés otra perspectiva de su liderazgo, estás fuera de la visión y el entendimiento profundo; si cuestionás sus lineamientos doctrinarios, sos un pura letra en estado de rebeldía; si planteás revisar su acercamiento social, sos un politiquero simplista, un comunacho... y si le hacés notar ciertos niveles de ignorancia en estado de crecimiento, te tenés que callar o mandar a mudar. ¿Quienes son?


Comentario 1: aparecen por todos lados, en diferentes formas y matices... pero siempre están...

Comentario 2: DIOS ME LIBRE DE LLAMARME IGUAL QUE ELLOS... NO... NO VOY A DECIR QUIENES SON!!!!ES PELIGROSO ...ME MANDAN AL INFIERNO.... JAJAJAJAJAJ!!! LOS BENDIGO Y DECRETO QUE SEAN LIBRES EN EL NOMBRE DEL SEÑOR SOBRE TODO DE SUS MARKETINSSSSSSSS!!!!!!

Comentario 3: ¿Lo digo yo?... he pasado por todo eso......


El dilema del extremismo ideológico

Indudablemente nos encontramos ante nuevos escenarios sociales, económicos y políticos y con ellos, nuevas preguntas que surgen en torno a la actitud evangélica frente a ellos. El deseo de crecer numéricamente, aunque sigue siendo uno de los elementos sobre los que se motivan los movimientos evangélicos, ha cedido su paso a las preocupaciones que surgen de la significancia de ser evangélico hoy en Iberoamérica.

Las redes sociales siguen siendo una instrumentalidad que nos descubre al mundo. No es sólo un portal de comunicaciones y diálogos, sino una carta abierta sobre nuestras identidades socio – antropológicas que incluyen nuestras percepciones, idiosincrasia, creencias y cosmovisiones del mundo contemporáneo. Dada esta inmensa variedad de intereses y preocupaciones que intentan responder, desde sus propios entornos a la misio dei, se hace inevitable el amplio contexto teológico que alimenta sus expresiones, y al mismo tiempo, la ausencia de argumentos que fortalezcan y contribuyan al diálogo en un escenario de pluralidades.

¿Qué sucede si nuestra teología no es tal pretensión sino sólo ideas sueltas y guiadas para un propósito?

Sería aconsejable que los cristianos seamos claros a la hora de hablar. Cuando ciertas afirmaciones teológicas se convierten en cáscaras huecas, sin ningún contenido claro y preciso, acaban siendo usadas para tapar cualquier cosa. Y con el tiempo se convierten en etiquetas cuyo significado la gente cree conocer pero cuya única función es la de simplemente etiquetar (que no identificar) cristianos. Y tarde o temprano, porque eso es lo que pasa, acaban encontrando un lugar de nuestras declaraciones de fe. Y en cuanto te descuidas un poco, un día aludes desde un púlpito a las diferencias entre los evangelios, o a las cartas falsificadas del N.T., o a la teoría de la evolución, y te encuentras sin darte cuenta en medio de un consejo de guerra donde las únicas armas que tus enemigos tienen contra ti son precisamente estas cáscaras, sin significado, pero con un tremendo poder para destruir.[2]

Es precisamente esto a lo que me refiero cuando hablo de extremismo ideológico, una mera especulación de ideas, que no son teológicas, sino preocupaciones propias de un modo de ser evangélico que por lo general han sido alimentado por interpretaciones antojadizas desde el púlpito, o al menos representadas por ellas.

El extremismo ideológico es una postura seudobíblica

Aunque con apariencia de un logrado examen teológico de las escrituras, sólo se sostiene por las interpretaciones de terceros, no de las fuentes mismas. Es común notar en Iberoamérica una serie de expresiones religiosas de una fe que es una copia fiel del pensamiento del predicador o del maestro o guía espiritual, pero carente de certeza escritural. Si lo dice el predicador, debe ser cierto, pero en realidad es un conocimiento errado cuyo rasgo es la imposibilidad de relacionar correctamente el texto bíblico con las situaciones histórico sociales, tanto del presente como del pasado; es decir, un extremismo ideológico, nada más.

Hoy parte de la identidad del ser evangélico en América Latina se nutre de la palabra del predicador antes que de las escrituras mismas. Si las escrituras contradicen al líder espiritual, entonces ellas son cuestionadas o menospreciadas al punto de formular con palabras duras un ataque férreo contra aquel que defiende el carácter escriturario histórico y literario.

¿Hacia dónde nos ha dirigido esta fórmula de estudio y conocimiento seudobíblico?

A veces nuestro fervor cristiano nubla nuestro entendimiento y perdemos la capacidad de analizar cuidadosamente si lo que queremos decir proviene de Dios o de nosotros mismos. Y a veces, en nuestra creencia de que el Espíritu de Dios nos está inspirando, saltamos todas las barreras aceptables y llegamos a todos los extremos necesarios para asegurarnos de que el mensaje “divino” que tenemos llega al alcance de aquellos a los que va dirigido.[3]

Y esa es la mayor dificultad, una forma de creencia en la que se atribuye al Espíritu Santo de ser el inspirador y portador de tales interpretaciones sin argumentos y sin criterios de una seria evaluación histórico - literaria de los textos de la Biblia. El literalismo acompañado de prejuicios teológicos se ha convertido no sólo en un modelo de interpretación y enseñanza, sino que irrumpe como propuesta para responder a las exigencias que el mundo contemporáneo nos plantea, y que ante ello se requiere de instrumentos adecuados.

Hay gente que busca justificación bíblica a sus ideas, y por eso llega a conclusiones sumamente antojadizas y forzadas.[4]

El Des-Consenso Religioso

Aquí es importante señalar que el otro problema que América Latina debe enfrentar hoy, no se debe a la ausencia de unidad de las iglesias llamadas cristianas y sus variadas expresiones de fe o religiosas, sino que producto de esa falsa teología, impositiva e incierta, el consenso sufre una desproporción que tiende a desnaturalizarse, pues donde surgen los extremismos, surgen también modelos absolutistas que polarizan el diálogo hasta convertirlo en una disputa de extremos irreconciliables.

Nicolás Antiporovich Linderman, Redactor y estudiante de Antropología, de nacionalidad argentina, muestra al igual que muchos estudiosos y honestos investigadores de la Biblia, esa preocupación de un conocimiento incierto que surge de las pretensiones del modelo impositivo de un solo intérprete en una comunidad de creyentes, donde los demás son sólo un canal de repetición sin crítica y sin capacidad de discernimiento.

Sin menospreciar a quienes ejercen un ministerio profético o de enseñanza, hay que entender que nuestra total confianza tiene que estar puesta sólo en Dios y Su Palabra revelada. Hacer esto nos evitará numerosos problemas en estos tiempos en que frecuentemente el diablo simula ser un ángel de luz.[5]

Así que, ¿dónde comienza ese des-consenso religioso? Indudablemente de los modelos verticales de interpretación y liderazgo, donde se cree y se sostiene que la palabra final siempre la tiene el líder, no las escrituras, y desde ahí se esparce a todo el resto de la comunidad desligándola de su herencia de la Reforma de la libre interpretación.

Otro muy bien acertado comentario del Facebook que nos ayuda a ubicar las comportamientos visibles de la ausencia de diálogo en un contexto de variados rostros del protestantismo latinoamericano e iberoamericano hasta empujarlo hacia una polarización de ideas, sugiere el uso de la manipulación como recurso para lograr sus fines:

Los falsos maestros son expertos en el arte de la manipulación, apelan a las emociones y a los cargos de conciencia de la gente que les creen para lograr sus objetivos financieros. Cuando son desenmascarados o enfrentados… califican a quienes los descubren como rebeldes porque no se someten a su autoridad y de esa manera el círculo vicioso de manipulación es constantemente usado.[6]

Esta forma de manipulación suele ser acompañada de una inseguridad, pues dado que su postura es incierta y sólo depende de lo bien que haga su labor de presión impositiva, ve como una amenaza la natural y necesaria irrupción de discrepancias dentro de la propia comunidad o fuera de ella. No es la escritura la que es cuestionada, sino su práctica eclesiástica que dista de ser una respuesta a un examen cuidadoso de la misma.

Esta es la característica principal de todo falso maestro: Cuando estas frente a un hombre que cree que alguien le “habla mal” o que siente que su “autoridad” está siendo desafiada, solo porque no estás de acuerdo con el… y reacciona en forma sutil o directa contra tu persona y te trata como si fueras un agresor… debes comprender, que estas frente a un ser tan orgulloso como Satanás que lo único que busca es sacarte de su camino.[7]

Acercamiento a nuestra herencia fundamentalista

Aquí es necesario destacar que las irrupciones y posturas del pensamiento evangélico en América Latina, como ocurre en otros contextos, se debe a sus propias circunstancias sociopolíticas y a las ideas que se iban generando desde adentro y otras que venían desde afuera, como suele suceder en torno a lo global, teniendo en cuenta sobre todo esos cambios bruscos que transformaron las relaciones entre las naciones desde la perspectiva de los nuevos territorios descubiertos, la economía y los mercados emergentes en las nuevas colonias europeas, que según algunos, es el inicio de la modernidad.

Más adelante, bajo los esquemas de las nuevas políticas económicas que vienen especialmente desde Norte América como una respuesta a las posturas europeas, es que terminan por configurarse algunos de los modelos que luego se exportan a esta parte del mundo bajo la idea de “protección” a ideas amenazadoras a la fe cristiana, como un eco a lo que sucedía en los ambientes sociopolíticos.

Resulta obvio que una buena parte de las iglesias evangélicas tienen sus raíces en diversos movimientos que buscaban defender la fe frente a un liberalismo casi anti-sobrenaturalista y evolucionista de finales del siglo XIX y principios del XX. Muchas de las llamadas “misiones de fe” que enviaban sus misioneros a tierras latinoamericanas en esa época estaban fuertemente influidos por la disputa fundamentalismo-liberalismo.[8]

De ahí que es necesario para todo examen de los movimientos religiosos en América Latina, tomar en cuenta las disputas ideológicas en torno a las fórmula sociológicas y antropológicas sobre las cuales se configuran la economía y la política. Y en se contexto de disputas y confrontaciones entre fundamentalismo y liberalismo es que se desarrolla parte de la historia teológica latinoamericana.

José Míguez Bonino, en su trabajo sobre el rostro evangélico del protestantismo del subcontinente, traza el desarrollo del fundamentalismo en dos etapas. La primera es la “reacción de una fe que se siente amenazada por el avance del secularismo y de una ciencia que niega la realidad de lo sobrenatural”. En esas condiciones o se separan los ámbitos de la fe y la ciencia, o se hace un esfuerzo por hacer que ambas concuerden. Por ello, la Biblia se lee con lentes tales como el literalismo, la inerrancia y la inspiración plenaria y verbal. Además, muchos exigen intransigencia en la relación con el liberalismo. Se añade también el premilenarismo y el dispensacionalismo como distintivos escatológicos y hermenéuticos de la defensa de la fe.[9]

El liberalismo es visto bajo el lente de un extremismo desmesurado muy de acuerdo a una percepción religiosa de la época antes que escrituraria, y que de alguna manera todavía se mantiene en vigencia como estilo para examinar las situaciones en torno al mundo y la historia pasada y presente. Es desde ahí donde se comienza a construir y afianzar una escuela mas bien pragmática muy por debajo de la herencia de la Reforma y su afirmación sobre la libertad y otros principios como la igualdad y la racionalización de la fe, que indudablemente son vistos como subversivos. Se asienta entonces un sistema por lo demás impropio y protegido por una interpretación ideológica.

Hasta hace varios años se creía, como sostienen algunos investigadores, que tal acercamiento venía de un sector del movimiento pentecostal en contraste a otras expresiones evangélicas, cuyo énfasis predominante de relaciones mutuas y de servicio, descansa en un modelo jerárquico.

Indudablemente, el estilo jerárquico vertical que exhiben muchas iglesias del movimiento, así como sus deficiencias en cuanto a una hermenéutica sana de la Palabra de Dios, han dado lugar a conceptos equivocados y lejanos de las enseñanzas de la Escritura. Una profecía o la opinión del pastor son, muchas veces, razón suficiente para aceptar una idea como cristiana. De esta forma, se ha introducido al panorama teológico de los evangélicos ideas extravagantes tales como la teología de la prosperidad, el movimiento de la Guerra Espiritual, la llamada “reforma apostólica”, el “descanso en el espíritu” e innumerables profecías de dudosa procedencia e inciertos resultados. Además, algunas iglesias han comenzado a adoptar doctrinas falsas en relación con temas clave como la Trinidad, la persona de Jesús y el origen del ser humano. Por ello, en algunas iglesias del movimiento puede llegar a existir lo que podría llamarse “protosectarismo”.[10]

Pero en la medida que las exigencias propias de una sociedad cambiante y de manera rápida y continua, de una mayor diversificación cultural, de escandalosas distancias entre pobres y ricos, del crecimiento de los grupos de migrantes en busca de una mejor situación, de estadísticas que hablan de la violencia en todas sus formas, del crecimiento de sociedades discriminadoras, de la abismal diferencia entre una educación privada y estatal, del hambre y trabajos mal pagados, entre otros hechos,  la iglesia latinoamericana en general, se ha visto muchas veces a sí misma, inoperante, disminuida y confrontada; de tal manera que sólo ha recurrido a viejas formas del testimonio devocional adaptadas para de alguna manera intentar responder a esas circunstancias. Hoy, ser conservador, progresista u ortodoxo, más allá de sus diferencias que son evidentes, también caen indistintamente dentro del fundamentalismo que tiene debido a ello, muchas formas de expresión, y que muy bien pueden ser motivo de otro estudio.

¿Cuál es el factor común en todos los grupos? Veamos cómo este nuevo escenario en el que nos movemos ha puesto en evidencia las limitaciones del pueblo evangélico en general, entendiendo con ello, que hay excepciones loables, pero que aún no son el elemento de mayor trascendencia. ¿De dónde surgen estas variadas interpretaciones que escapan de una hermenéutica seria?

Estas ideas se derivan directamente de un pobre estudio bíblico y una aceptación acrítica de la autoridad absoluta de un líder.[11]

Como ya lo he dicho, este comentario anterior está haciendo una alusión al movimiento pentecostal, pero que hoy nos sirve para evaluar lo que ocurre en el pueblo evangélico en América Latina. 

Hacia un retorno a la Palabra y el Testimonio

Como ya lo he dicho, no podemos hablar de consenso donde no ocurre un diálogo, sino mas bien una abrupta y desmedida dependencia jerarquizada que se ve reflejada en el entorno social amplio, pues la presencia evangélica hoy en el Perú y Latinoamérica tiende a crecer y hacer más notoria, tanto en sus fortalezas como en sus debilidades, aunque son éstas últimas las que suelen conocerse más, debido quizá a la publicidad mediática que surge desde los medios periodísticos, los que nos conectan a una realidad recurrente una y otra vez, donde no destacan los evangélicos necesariamente, sino ciudadanos de diversas confesiones con una ética distintiva. Y es esto último, lo que todo fundamentalismo no acepta sino como un enemigo a vencer o convencer para atraerlo a sus filas.

Examinemos más de cerca esa historia evangélica que comenzaba a escribirse en las tierras latinoamericanas, tomando en cuenta por supuesto, el momento y las situaciones en las que ocurrieron.

En medio de toda esta historia que se ha visto, hay un detalle que resalta: el aprecio de los evangélicos hacia la Palabra de Dios como fuente de autoridad—aunque no siempre se cristalice en una fidelidad práctica—y un constante y reiterado interés por la evangelización. Quizá sean estos dos temas los que guiarán la teología del movimiento hacia el futuro y fortalecerán su potencial como una poderosa tribuna en la cual hallen satisfacción las más profundas necesidades y anhelos integrales del pueblo latinoamericano.[12]

Hay una reflexión que surge entonces. Lo que ayer fue una crítica hacia esa religiosidad del romanismo, y que llegó  a ser un eje central en la predicación y el testimonio evangélicos, hoy parece haberse diluido en semejanza a esas posturas que una vez cuestionamos de profanas e idolátricas.

A modo de Conclusión

Por ahora, dos elementos están siendo examinados a manera de introducción, en un contexto de pluralidades y diversidad de expresiones en el que tanto la teología como el resto de las ciencias sociales tienen su preocupación: El diálogo interreligioso y político, y la necesidad de consensos en medio de esa diversidad.

Próximamente conversaremos acerca del fundamentalismo ideológico y la opción por los pobres ¿Cómo ser agentes reales de transformación a partir de una identidad con los evangelios y la persona de Jesucristo? Sigue siendo un tema que necesita ser examinado.

BIBLIOGRAFÍA

Perdomo, Edgar Alan, Algunas tensiones metodológicas en la teología evangélica latinoamericana de principios del siglo XXI (Segunda de dos partes), Revista Kairós, N° 35 julio-diciembre 2004.

Perdomo, Edgar Alan, Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana (Segunda de dos partes), Revista Kairós, N° 33 julio-diciembre 2003,p. 113.

Web

Fernández, José A. http://www.lupaprotestante.com/lp/sin-categoria/palabra-de-dios/#more-4812 http://www.lupaprotestante.com/lp/sin-categoria/¿hay-cartas-falsificadas-en-el-nt/


Redes Sociales: Facebook

Flores, Jaime A., en Ideario Reflexión Teológica Argentina, https://www.facebook.com/profile.php?id=100001517655167. Posteado el 18/10/11.

Cristianismo Histórico. https://www.facebook.com/people/Cristianismo-Historico/100000182404123. Posteado el 18 /10 /11




[1] Flores, Jaime A., en Ideario Reflexión Teológica Argentina, https://www.facebook.com/profile.php?id=100001517655167. Posteado el 18/10/11.
[3] http://www.lupaprotestante.com/lp/sin-categoria/¿hay-cartas-falsificadas-en-el-nt/
[4] Twitteado por Abel García el 21/10/11

[5] http://www.protestantedigital.com/ES/Tublog/articulo/13449/Sectas-evangelicas
[6] Posteado en el Facebook el 07 /10 /11: https://www.facebook.com/profile.php?id=100000182404123
[7] https://www.facebook.com/people/Cristianismo-Historico/100000182404123. Posteado el 18 /10 /11
[8] Lic. Edgar Alan Perdomo, Algunas tensiones metodológicas en la teología evangélica latinoamericana de principios del siglo XXI (Segunda de dos partes), Revista Kairós, N° 35 julio-diciembre 2004, p. 67.
[9] Lic. Edgar Alan Perdomo, Algunas tensiones metodológicas en la teología evangélica latinoamericana de principios del siglo XXI (Segunda de dos partes), Revista Kairós, N° 35 julio-diciembre 2004, p. 67.
[10] Lic. Edgar Alan Perdomo, Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana (Segunda de dos partes), Revista Kairós, N° 33 julio-diciembre 2003, p. 113.
[11] Ibid. P. 114.
[12] Ibid. P. 115.

 
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