miércoles, 15 de octubre de 2008

Dos maneras históricas de hacer misión en Perú


Evangelio de Lucas en Árabe (1377)

Durante muchos años la rivalidad entre dos enfoques o perspectivas misiológicas  ha caracterizado el impulso misionero en el Perú. Por un lado, una tendencia hacia lo educativo o teológico, de servicio o entrenamiento; por otro, una orientación hacia la plantación de iglesias dentro y/o fuera del país
El concepto de misiología no puede reducirse sólo a estas dos expresiones de misión, sino que se ha aperturado hacia una multifacética y variada metodología y práctica misiológicas. Con esto, planteamos los siguiente: La práctica misiológica no se expresa sino a través de muchas aristas que incluye la variedad que se expresa en el propio cuerpo de Cristo. Tal es la riqueza de los dones, tal es la expresión de la iglesia en misión.
Misiológicamente, entonces, podemos abarcar una variedad de formas de hacer misión teniendo en cuenta la propia naturaleza de la iglesia. El problema es que se confunde la misión con la evangelización o el servicio social. El caso latinoamericano ha devenido en un reduccionismo que ha tergiversado el concepto de misión y al mismo tiempo ha ocasionado una misión aislada de sus formas, y hasta veces irreconciliable.
El quehacer vocacional ha despertado en muchos, a lo largo de la historia, un compromiso con el prójimo en varios aspectos: Derecho, medicina, medio ambiente, enseñanza, etc.
Latinoamérica necesita no sólo explorar esta variedad de recursos misiológicos, sino que además debe enfatizar una expresión más rica y digna del pueblo misionero de Dios en su contexto sociocultural. Según la “teología paulina de la misión” no hablamos sólo de plantación de iglesias, sino de una presencia de la iglesia con claros propósitos de reconciliación, transformación, de cambio; y para ello, se requiere una labor multifacética que sólo el ejercicio de los dones espirituales puede responder con precisión y eficacia.







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