martes, 25 de octubre de 2011 0 comentarios

La Resistencia a la Libertad


El dilema del extremismo ideológico y el des-consenso religioso

INTRODUCCIÓN

Una de las situaciones a las que nos enfrentamos hoy, es el extremismo ideológico que no acepta el diálogo como pauta para encontrar consensos. En otras palabras se hace evidente una oposición a todo aquello que no se sujeta a los requerimientos esenciales tanto sociológicos como antropológicos y político-religiosos dictados desde arriba o por una jerarquía de poder absoluto, sea este organizado en un grupo más amplio o individual. Visto así, la oposición es lo distintivo aunque exista aspectos comunes donde el beneficio mayor puede expresarse en el servicio a los demás. Basta echar una mirada, por ejemplo a los diarios, para examinar esa efervescencia ideológica entre uno y otro partido o grupo. No se habla de la corrupción y la violencia que destruye al ser humano y lo margina, sino de la que ocurre en un partido, sea este del gobierno o de la oposición.

Lo que observamos es una conexión histórica a esas formas de las creencias y las cosmovisiones del pasado cuyo rasgo es el extremismo ideológico y el des-consenso religioso, una manera de ser ciudadano y ciudadano con una identidad evangélica.

¿Sobre qué argumentos se sostiene la actitud evangélica en el contexto de una participación política y que responda a las situaciones propias de América Latina? No es simple responder a esta pregunta, pues si seguimos de cerca la tesis de Míguez Bonino sobre los diferentes rostros del protestantismo latinoamericano, muy bien podemos encontrarnos ante una inmensa variedad de razones y argumentos. Sin el ánimo de evadir tal aventura, permítanme una manera distinta de precisar esta pregunta. ¿Los argumentos evangélicos se basan en las Escrituras o son una interpretación de ella, un eco de otros pero no de la Biblia?

Esta es una segunda parte de una serie de artículos sobre las expresiones en las redes sociales y sus similitudes y relaciones con esas premisas que también se evidencian en las presuposiciones teológicas, especialmente dentro de la política y la reflexión alrededor de ella.

Adivina buen adivinador[1]

Para introducirme al tema, haré uso de un post publicado en el Facebook que expresa la preocupación que hemos considerado en la parte introductoria y que es el tema de este artículo, y además junto a él, unas breves notas de otros usuarios en respuesta a la publicación original.

Adivina buen adivinador: Si los criticás una vez, sos poco espiritual en estado de inmadurez; si los criticás dos veces, sos un carnal irreverente, resentido y al borde de la disciplina; si tenés otra perspectiva de su liderazgo, estás fuera de la visión y el entendimiento profundo; si cuestionás sus lineamientos doctrinarios, sos un pura letra en estado de rebeldía; si planteás revisar su acercamiento social, sos un politiquero simplista, un comunacho... y si le hacés notar ciertos niveles de ignorancia en estado de crecimiento, te tenés que callar o mandar a mudar. ¿Quienes son?


Comentario 1: aparecen por todos lados, en diferentes formas y matices... pero siempre están...

Comentario 2: DIOS ME LIBRE DE LLAMARME IGUAL QUE ELLOS... NO... NO VOY A DECIR QUIENES SON!!!!ES PELIGROSO ...ME MANDAN AL INFIERNO.... JAJAJAJAJAJ!!! LOS BENDIGO Y DECRETO QUE SEAN LIBRES EN EL NOMBRE DEL SEÑOR SOBRE TODO DE SUS MARKETINSSSSSSSS!!!!!!

Comentario 3: ¿Lo digo yo?... he pasado por todo eso......


El dilema del extremismo ideológico

Indudablemente nos encontramos ante nuevos escenarios sociales, económicos y políticos y con ellos, nuevas preguntas que surgen en torno a la actitud evangélica frente a ellos. El deseo de crecer numéricamente, aunque sigue siendo uno de los elementos sobre los que se motivan los movimientos evangélicos, ha cedido su paso a las preocupaciones que surgen de la significancia de ser evangélico hoy en Iberoamérica.

Las redes sociales siguen siendo una instrumentalidad que nos descubre al mundo. No es sólo un portal de comunicaciones y diálogos, sino una carta abierta sobre nuestras identidades socio – antropológicas que incluyen nuestras percepciones, idiosincrasia, creencias y cosmovisiones del mundo contemporáneo. Dada esta inmensa variedad de intereses y preocupaciones que intentan responder, desde sus propios entornos a la misio dei, se hace inevitable el amplio contexto teológico que alimenta sus expresiones, y al mismo tiempo, la ausencia de argumentos que fortalezcan y contribuyan al diálogo en un escenario de pluralidades.

¿Qué sucede si nuestra teología no es tal pretensión sino sólo ideas sueltas y guiadas para un propósito?

Sería aconsejable que los cristianos seamos claros a la hora de hablar. Cuando ciertas afirmaciones teológicas se convierten en cáscaras huecas, sin ningún contenido claro y preciso, acaban siendo usadas para tapar cualquier cosa. Y con el tiempo se convierten en etiquetas cuyo significado la gente cree conocer pero cuya única función es la de simplemente etiquetar (que no identificar) cristianos. Y tarde o temprano, porque eso es lo que pasa, acaban encontrando un lugar de nuestras declaraciones de fe. Y en cuanto te descuidas un poco, un día aludes desde un púlpito a las diferencias entre los evangelios, o a las cartas falsificadas del N.T., o a la teoría de la evolución, y te encuentras sin darte cuenta en medio de un consejo de guerra donde las únicas armas que tus enemigos tienen contra ti son precisamente estas cáscaras, sin significado, pero con un tremendo poder para destruir.[2]

Es precisamente esto a lo que me refiero cuando hablo de extremismo ideológico, una mera especulación de ideas, que no son teológicas, sino preocupaciones propias de un modo de ser evangélico que por lo general han sido alimentado por interpretaciones antojadizas desde el púlpito, o al menos representadas por ellas.

El extremismo ideológico es una postura seudobíblica

Aunque con apariencia de un logrado examen teológico de las escrituras, sólo se sostiene por las interpretaciones de terceros, no de las fuentes mismas. Es común notar en Iberoamérica una serie de expresiones religiosas de una fe que es una copia fiel del pensamiento del predicador o del maestro o guía espiritual, pero carente de certeza escritural. Si lo dice el predicador, debe ser cierto, pero en realidad es un conocimiento errado cuyo rasgo es la imposibilidad de relacionar correctamente el texto bíblico con las situaciones histórico sociales, tanto del presente como del pasado; es decir, un extremismo ideológico, nada más.

Hoy parte de la identidad del ser evangélico en América Latina se nutre de la palabra del predicador antes que de las escrituras mismas. Si las escrituras contradicen al líder espiritual, entonces ellas son cuestionadas o menospreciadas al punto de formular con palabras duras un ataque férreo contra aquel que defiende el carácter escriturario histórico y literario.

¿Hacia dónde nos ha dirigido esta fórmula de estudio y conocimiento seudobíblico?

A veces nuestro fervor cristiano nubla nuestro entendimiento y perdemos la capacidad de analizar cuidadosamente si lo que queremos decir proviene de Dios o de nosotros mismos. Y a veces, en nuestra creencia de que el Espíritu de Dios nos está inspirando, saltamos todas las barreras aceptables y llegamos a todos los extremos necesarios para asegurarnos de que el mensaje “divino” que tenemos llega al alcance de aquellos a los que va dirigido.[3]

Y esa es la mayor dificultad, una forma de creencia en la que se atribuye al Espíritu Santo de ser el inspirador y portador de tales interpretaciones sin argumentos y sin criterios de una seria evaluación histórico - literaria de los textos de la Biblia. El literalismo acompañado de prejuicios teológicos se ha convertido no sólo en un modelo de interpretación y enseñanza, sino que irrumpe como propuesta para responder a las exigencias que el mundo contemporáneo nos plantea, y que ante ello se requiere de instrumentos adecuados.

Hay gente que busca justificación bíblica a sus ideas, y por eso llega a conclusiones sumamente antojadizas y forzadas.[4]

El Des-Consenso Religioso

Aquí es importante señalar que el otro problema que América Latina debe enfrentar hoy, no se debe a la ausencia de unidad de las iglesias llamadas cristianas y sus variadas expresiones de fe o religiosas, sino que producto de esa falsa teología, impositiva e incierta, el consenso sufre una desproporción que tiende a desnaturalizarse, pues donde surgen los extremismos, surgen también modelos absolutistas que polarizan el diálogo hasta convertirlo en una disputa de extremos irreconciliables.

Nicolás Antiporovich Linderman, Redactor y estudiante de Antropología, de nacionalidad argentina, muestra al igual que muchos estudiosos y honestos investigadores de la Biblia, esa preocupación de un conocimiento incierto que surge de las pretensiones del modelo impositivo de un solo intérprete en una comunidad de creyentes, donde los demás son sólo un canal de repetición sin crítica y sin capacidad de discernimiento.

Sin menospreciar a quienes ejercen un ministerio profético o de enseñanza, hay que entender que nuestra total confianza tiene que estar puesta sólo en Dios y Su Palabra revelada. Hacer esto nos evitará numerosos problemas en estos tiempos en que frecuentemente el diablo simula ser un ángel de luz.[5]

Así que, ¿dónde comienza ese des-consenso religioso? Indudablemente de los modelos verticales de interpretación y liderazgo, donde se cree y se sostiene que la palabra final siempre la tiene el líder, no las escrituras, y desde ahí se esparce a todo el resto de la comunidad desligándola de su herencia de la Reforma de la libre interpretación.

Otro muy bien acertado comentario del Facebook que nos ayuda a ubicar las comportamientos visibles de la ausencia de diálogo en un contexto de variados rostros del protestantismo latinoamericano e iberoamericano hasta empujarlo hacia una polarización de ideas, sugiere el uso de la manipulación como recurso para lograr sus fines:

Los falsos maestros son expertos en el arte de la manipulación, apelan a las emociones y a los cargos de conciencia de la gente que les creen para lograr sus objetivos financieros. Cuando son desenmascarados o enfrentados… califican a quienes los descubren como rebeldes porque no se someten a su autoridad y de esa manera el círculo vicioso de manipulación es constantemente usado.[6]

Esta forma de manipulación suele ser acompañada de una inseguridad, pues dado que su postura es incierta y sólo depende de lo bien que haga su labor de presión impositiva, ve como una amenaza la natural y necesaria irrupción de discrepancias dentro de la propia comunidad o fuera de ella. No es la escritura la que es cuestionada, sino su práctica eclesiástica que dista de ser una respuesta a un examen cuidadoso de la misma.

Esta es la característica principal de todo falso maestro: Cuando estas frente a un hombre que cree que alguien le “habla mal” o que siente que su “autoridad” está siendo desafiada, solo porque no estás de acuerdo con el… y reacciona en forma sutil o directa contra tu persona y te trata como si fueras un agresor… debes comprender, que estas frente a un ser tan orgulloso como Satanás que lo único que busca es sacarte de su camino.[7]

Acercamiento a nuestra herencia fundamentalista

Aquí es necesario destacar que las irrupciones y posturas del pensamiento evangélico en América Latina, como ocurre en otros contextos, se debe a sus propias circunstancias sociopolíticas y a las ideas que se iban generando desde adentro y otras que venían desde afuera, como suele suceder en torno a lo global, teniendo en cuenta sobre todo esos cambios bruscos que transformaron las relaciones entre las naciones desde la perspectiva de los nuevos territorios descubiertos, la economía y los mercados emergentes en las nuevas colonias europeas, que según algunos, es el inicio de la modernidad.

Más adelante, bajo los esquemas de las nuevas políticas económicas que vienen especialmente desde Norte América como una respuesta a las posturas europeas, es que terminan por configurarse algunos de los modelos que luego se exportan a esta parte del mundo bajo la idea de “protección” a ideas amenazadoras a la fe cristiana, como un eco a lo que sucedía en los ambientes sociopolíticos.

Resulta obvio que una buena parte de las iglesias evangélicas tienen sus raíces en diversos movimientos que buscaban defender la fe frente a un liberalismo casi anti-sobrenaturalista y evolucionista de finales del siglo XIX y principios del XX. Muchas de las llamadas “misiones de fe” que enviaban sus misioneros a tierras latinoamericanas en esa época estaban fuertemente influidos por la disputa fundamentalismo-liberalismo.[8]

De ahí que es necesario para todo examen de los movimientos religiosos en América Latina, tomar en cuenta las disputas ideológicas en torno a las fórmula sociológicas y antropológicas sobre las cuales se configuran la economía y la política. Y en se contexto de disputas y confrontaciones entre fundamentalismo y liberalismo es que se desarrolla parte de la historia teológica latinoamericana.

José Míguez Bonino, en su trabajo sobre el rostro evangélico del protestantismo del subcontinente, traza el desarrollo del fundamentalismo en dos etapas. La primera es la “reacción de una fe que se siente amenazada por el avance del secularismo y de una ciencia que niega la realidad de lo sobrenatural”. En esas condiciones o se separan los ámbitos de la fe y la ciencia, o se hace un esfuerzo por hacer que ambas concuerden. Por ello, la Biblia se lee con lentes tales como el literalismo, la inerrancia y la inspiración plenaria y verbal. Además, muchos exigen intransigencia en la relación con el liberalismo. Se añade también el premilenarismo y el dispensacionalismo como distintivos escatológicos y hermenéuticos de la defensa de la fe.[9]

El liberalismo es visto bajo el lente de un extremismo desmesurado muy de acuerdo a una percepción religiosa de la época antes que escrituraria, y que de alguna manera todavía se mantiene en vigencia como estilo para examinar las situaciones en torno al mundo y la historia pasada y presente. Es desde ahí donde se comienza a construir y afianzar una escuela mas bien pragmática muy por debajo de la herencia de la Reforma y su afirmación sobre la libertad y otros principios como la igualdad y la racionalización de la fe, que indudablemente son vistos como subversivos. Se asienta entonces un sistema por lo demás impropio y protegido por una interpretación ideológica.

Hasta hace varios años se creía, como sostienen algunos investigadores, que tal acercamiento venía de un sector del movimiento pentecostal en contraste a otras expresiones evangélicas, cuyo énfasis predominante de relaciones mutuas y de servicio, descansa en un modelo jerárquico.

Indudablemente, el estilo jerárquico vertical que exhiben muchas iglesias del movimiento, así como sus deficiencias en cuanto a una hermenéutica sana de la Palabra de Dios, han dado lugar a conceptos equivocados y lejanos de las enseñanzas de la Escritura. Una profecía o la opinión del pastor son, muchas veces, razón suficiente para aceptar una idea como cristiana. De esta forma, se ha introducido al panorama teológico de los evangélicos ideas extravagantes tales como la teología de la prosperidad, el movimiento de la Guerra Espiritual, la llamada “reforma apostólica”, el “descanso en el espíritu” e innumerables profecías de dudosa procedencia e inciertos resultados. Además, algunas iglesias han comenzado a adoptar doctrinas falsas en relación con temas clave como la Trinidad, la persona de Jesús y el origen del ser humano. Por ello, en algunas iglesias del movimiento puede llegar a existir lo que podría llamarse “protosectarismo”.[10]

Pero en la medida que las exigencias propias de una sociedad cambiante y de manera rápida y continua, de una mayor diversificación cultural, de escandalosas distancias entre pobres y ricos, del crecimiento de los grupos de migrantes en busca de una mejor situación, de estadísticas que hablan de la violencia en todas sus formas, del crecimiento de sociedades discriminadoras, de la abismal diferencia entre una educación privada y estatal, del hambre y trabajos mal pagados, entre otros hechos,  la iglesia latinoamericana en general, se ha visto muchas veces a sí misma, inoperante, disminuida y confrontada; de tal manera que sólo ha recurrido a viejas formas del testimonio devocional adaptadas para de alguna manera intentar responder a esas circunstancias. Hoy, ser conservador, progresista u ortodoxo, más allá de sus diferencias que son evidentes, también caen indistintamente dentro del fundamentalismo que tiene debido a ello, muchas formas de expresión, y que muy bien pueden ser motivo de otro estudio.

¿Cuál es el factor común en todos los grupos? Veamos cómo este nuevo escenario en el que nos movemos ha puesto en evidencia las limitaciones del pueblo evangélico en general, entendiendo con ello, que hay excepciones loables, pero que aún no son el elemento de mayor trascendencia. ¿De dónde surgen estas variadas interpretaciones que escapan de una hermenéutica seria?

Estas ideas se derivan directamente de un pobre estudio bíblico y una aceptación acrítica de la autoridad absoluta de un líder.[11]

Como ya lo he dicho, este comentario anterior está haciendo una alusión al movimiento pentecostal, pero que hoy nos sirve para evaluar lo que ocurre en el pueblo evangélico en América Latina. 

Hacia un retorno a la Palabra y el Testimonio

Como ya lo he dicho, no podemos hablar de consenso donde no ocurre un diálogo, sino mas bien una abrupta y desmedida dependencia jerarquizada que se ve reflejada en el entorno social amplio, pues la presencia evangélica hoy en el Perú y Latinoamérica tiende a crecer y hacer más notoria, tanto en sus fortalezas como en sus debilidades, aunque son éstas últimas las que suelen conocerse más, debido quizá a la publicidad mediática que surge desde los medios periodísticos, los que nos conectan a una realidad recurrente una y otra vez, donde no destacan los evangélicos necesariamente, sino ciudadanos de diversas confesiones con una ética distintiva. Y es esto último, lo que todo fundamentalismo no acepta sino como un enemigo a vencer o convencer para atraerlo a sus filas.

Examinemos más de cerca esa historia evangélica que comenzaba a escribirse en las tierras latinoamericanas, tomando en cuenta por supuesto, el momento y las situaciones en las que ocurrieron.

En medio de toda esta historia que se ha visto, hay un detalle que resalta: el aprecio de los evangélicos hacia la Palabra de Dios como fuente de autoridad—aunque no siempre se cristalice en una fidelidad práctica—y un constante y reiterado interés por la evangelización. Quizá sean estos dos temas los que guiarán la teología del movimiento hacia el futuro y fortalecerán su potencial como una poderosa tribuna en la cual hallen satisfacción las más profundas necesidades y anhelos integrales del pueblo latinoamericano.[12]

Hay una reflexión que surge entonces. Lo que ayer fue una crítica hacia esa religiosidad del romanismo, y que llegó  a ser un eje central en la predicación y el testimonio evangélicos, hoy parece haberse diluido en semejanza a esas posturas que una vez cuestionamos de profanas e idolátricas.

A modo de Conclusión

Por ahora, dos elementos están siendo examinados a manera de introducción, en un contexto de pluralidades y diversidad de expresiones en el que tanto la teología como el resto de las ciencias sociales tienen su preocupación: El diálogo interreligioso y político, y la necesidad de consensos en medio de esa diversidad.

Próximamente conversaremos acerca del fundamentalismo ideológico y la opción por los pobres ¿Cómo ser agentes reales de transformación a partir de una identidad con los evangelios y la persona de Jesucristo? Sigue siendo un tema que necesita ser examinado.

BIBLIOGRAFÍA

Perdomo, Edgar Alan, Algunas tensiones metodológicas en la teología evangélica latinoamericana de principios del siglo XXI (Segunda de dos partes), Revista Kairós, N° 35 julio-diciembre 2004.

Perdomo, Edgar Alan, Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana (Segunda de dos partes), Revista Kairós, N° 33 julio-diciembre 2003,p. 113.

Web

Fernández, José A. http://www.lupaprotestante.com/lp/sin-categoria/palabra-de-dios/#more-4812 http://www.lupaprotestante.com/lp/sin-categoria/¿hay-cartas-falsificadas-en-el-nt/


Redes Sociales: Facebook

Flores, Jaime A., en Ideario Reflexión Teológica Argentina, https://www.facebook.com/profile.php?id=100001517655167. Posteado el 18/10/11.

Cristianismo Histórico. https://www.facebook.com/people/Cristianismo-Historico/100000182404123. Posteado el 18 /10 /11




[1] Flores, Jaime A., en Ideario Reflexión Teológica Argentina, https://www.facebook.com/profile.php?id=100001517655167. Posteado el 18/10/11.
[3] http://www.lupaprotestante.com/lp/sin-categoria/¿hay-cartas-falsificadas-en-el-nt/
[4] Twitteado por Abel García el 21/10/11

[5] http://www.protestantedigital.com/ES/Tublog/articulo/13449/Sectas-evangelicas
[6] Posteado en el Facebook el 07 /10 /11: https://www.facebook.com/profile.php?id=100000182404123
[7] https://www.facebook.com/people/Cristianismo-Historico/100000182404123. Posteado el 18 /10 /11
[8] Lic. Edgar Alan Perdomo, Algunas tensiones metodológicas en la teología evangélica latinoamericana de principios del siglo XXI (Segunda de dos partes), Revista Kairós, N° 35 julio-diciembre 2004, p. 67.
[9] Lic. Edgar Alan Perdomo, Algunas tensiones metodológicas en la teología evangélica latinoamericana de principios del siglo XXI (Segunda de dos partes), Revista Kairós, N° 35 julio-diciembre 2004, p. 67.
[10] Lic. Edgar Alan Perdomo, Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana (Segunda de dos partes), Revista Kairós, N° 33 julio-diciembre 2003, p. 113.
[11] Ibid. P. 114.
[12] Ibid. P. 115.

 
;